¿Por qué nos cuesta tanto decir NO?

Cuando sabemos decir NO tenemos una habilidad sumamente importante, que en conjunto con la asertividad, constituyen las dos principales habilidades sociales. Es primordial que sepas que, decir No de forma asertiva, es una habilidad que puede aprenderse y entrenarse.

No solo se trata de decir NO, sino de saber cuándo y cómo hacerlo, de ahí que puedas aprender diferentes técnicas que te ayuden a desarrollar esta habilidad social avanzada. 

Cada vez que no ejercitamos este derecho, nos trae serias consecuencias que se reflejan en nuestro bienestar físico, mental y emocional. Puede que comencemos percibir falta de control en nuestra vida. Y es la percepción de control, una de las claves en una buena gestión emocional.

NO

NO

En este artículo te explicaré un poco, qué procesos emocionales hay tras esta dificultad para decir no.

  1. La primera causa por la que me puede costar decir no es por miedo al rechazo. Quizás por el temor a lo que los demás piensen algo malo de nosotros o a la reacción de los demás. Pensamos, por ejemplo, que vamos a mostrarnos egoístas o poco sensibles si decimos que no, ante los demás.

  2. Otra causa sería por los estilos de conducta que hemos ido aprendiendo. Creer que hacerlo podría herir a las otras personas. Que fijan en nosotros la idea de que rechazar peticiones o decir no puede expresar, incluso, mala educación o crueldad.

  3. Otro motivo distinto, sería simplemente no saber cómo hacerlo. No sólo es cuestión de decir no, sino de expresarlo con naturalidad, con empatía, sin generar enfrentamiento o agresividad. Muchas veces no decimos no, sencillamente, porque no tenemos las habilidades suficientes.

  4. Porque hemos tenido malas experiencias en el pasado, y esto ha creado un hábito de respuesta evitativo. Nos cuesta más decir no porque hemos tenido experiencias negativas.

Y en general, el motivo fundamental sería evitar emociones displacenteras que surgen cuando estoy diciendo que no. Cuando pongo un límite me siento preocupado, nervioso, angustiado… y simplemente, a veces queremos “escapar” de esas sensaciones y decidimos que es más fácil evitar decir no.

Cuando evitamos decir NO tiene consecuencias y  estas nos afectan directamente ya que estaremos renunciando un derecho legítimo, que hace que expresemos nuestra autonomía e independencia, nuestra capacidad para tomar decisiones, para reafirmarnos y expresar nuestras propias convicciones. 

El no hacerlo y convertirlo, a fuerza de repetición, en nuestro estilo de conducta, evitativo, tiene como principal consecuencia, prácticamente, perder la percepción de control sobre nuestra vida. No ser nosotros mismos. Sentimos indefensos… que son los demás los que manejan nuestra vida nuestras decisiones, nuestras opiniones… qué son los demás quienes manejan nuestra vida y nuestras respuestas.

Muchas personas que atiendo en consulta  llegan, por dificultades emocionales como falta de autoestima, intensos miedos, sentimientos de indefensión, fracaso, enfado… y también muestran problemas físicos como dolores de cabeza, de estómago, ansiedad, somatizaciones…, al analizar estas causas y las pautas, tanto de pensamiento como de afrontamiento, o comportamiento; puedo observar que con mucha frecuencia el no saber decir NO puede ser una de las dificultades relevantes en estas problemáticas.

¿Cuál sería la mejor forma de decir no?

Es importante expresarnos con empatía, sin manipulación, pero con claridad y sin agresividad. Y esto requiere de técnica, y esta técnica hay que entrenarla.

Una de las técnicas con la que trabajo, sería la Técnica del Sándwich. Esta técnica es muy sencilla, y en lo que consiste en en expresar un mensaje negativo, pero empezar por una idea positiva que empatice con la otra persona. De manera que mantenemos firme el mensaje de negativa, pero lo incluimos en un “sándwich” de empatía y de asertividad, que hace que ese mensaje sea recogido de una manera más adecuada por el receptor.

Aquí te explico un poco más, como la puedes utilizar. Imagina que quieres decir no a una persona que te pide ayuda, por ejemplo. Utilizando la técnica que te he explicado anteriormente pordrías decirle algo así: “Comprendo que no puedes hacerlo solo/a, me encantaría echarte una mano, y sabes que lo he hecho en otras ocasiones, pero esta vez no voy a poder ayudarte”.

Recuerda que tienes derecho a decir no, a expresar tu propia opinión, a cambiar de idea, a no dar explicaciones, si no lo deseas, o a omitir información.

Animate a practicar este derecho  y desarroller esta habilidad tan valiosa para tu vida. Y si lo necesitas mayor apoyo, no dudes en buscar ayuda profesional. 


Anterior
Anterior

¿Qué es la ansiedad social? Tres elementos que te permitirán superarla